¡Qué bien hablas español! Dependiendo de las circunstancias, esa frase podría ser motivo de halago o por el contrario, podría tomarse a mal. Por ejemplo, un extranjero que llega a México y habla español con tanta fluidez, que alguien le dice esa frase. Es como para sentirse orgulloso de uno mismo y mentalmente darles las gracias a todos sus maestros de idiomas.
Por otro lado, si naciste en México, tu primer idioma es el español, tienes 25 años de vivir en un país de habla hispana y te encuentras perfectamente de tus facultades mentales… ¿Cómo debes recibir semejante frase? Supongo que puede tomarse como un insulto, o puede tomarse con humor. En lo personal, cuando me la dijeron, “La tomé por el lado amable” y me descosí de la risa. Las circunstancias de este divertido incidente se describen a continuación.
Hace un par de años, mis amigos Karen y Gus estaban próximos a casarse, por lo que se les organizó una despedida de solteros mixta. Puntual como soy yo, llegué justo a la hora de la cita y como era de esperarse en nuestro informal México, fui de los primeros.
Aquí debo abrir un paréntesis para aclarar que varios de mis compañeros de la universidad me dicen sobrino. La razón de porque me dicen así la contaré en otra ocasión, ya que no es relevante para este relato. Entre los amigos que me dicen “sobrino” se encuentran Karen y Gus
Regresemos a la fiesta. Estaba yo en la despedida de solteros, ayudando con los últimos detalles cuando sonó el timbre. Era Carolina, la amiga moreliana de Karen.
-Sobrino te presento a Caro. Caro te presento a mi sobrino Quique.
Después de la presentación, me puse a platicar con Caro. Que ella venía de Morelia y yo de Mérida. Qué habíamos estudiado, dónde trabajábamos, etc. etc. La platica normal de cuando conoces a alguien. Unos 30 minutos después se voltea Carolina y me dice: “¡Qué bien hablas español!”. Entonces me ataqué de la risa… “si nomás llevo 25 años practicándolo” le dije.
Para todo hay una buena explicación. Resulta que Karen tiene un sobrino Australiano, así que cuando Caro oye que me decían sobrino, inmediatamente asumió que yo era el australiano. Del incidente saqué dos cosas muy buenas, ya que hasta la fecha me río mucho cuando cuento la anécdota, y por el otro lado hice una nueva amiga.
Por otro lado, si naciste en México, tu primer idioma es el español, tienes 25 años de vivir en un país de habla hispana y te encuentras perfectamente de tus facultades mentales… ¿Cómo debes recibir semejante frase? Supongo que puede tomarse como un insulto, o puede tomarse con humor. En lo personal, cuando me la dijeron, “La tomé por el lado amable” y me descosí de la risa. Las circunstancias de este divertido incidente se describen a continuación.
Hace un par de años, mis amigos Karen y Gus estaban próximos a casarse, por lo que se les organizó una despedida de solteros mixta. Puntual como soy yo, llegué justo a la hora de la cita y como era de esperarse en nuestro informal México, fui de los primeros.
Aquí debo abrir un paréntesis para aclarar que varios de mis compañeros de la universidad me dicen sobrino. La razón de porque me dicen así la contaré en otra ocasión, ya que no es relevante para este relato. Entre los amigos que me dicen “sobrino” se encuentran Karen y Gus
Regresemos a la fiesta. Estaba yo en la despedida de solteros, ayudando con los últimos detalles cuando sonó el timbre. Era Carolina, la amiga moreliana de Karen.
-Sobrino te presento a Caro. Caro te presento a mi sobrino Quique.
Después de la presentación, me puse a platicar con Caro. Que ella venía de Morelia y yo de Mérida. Qué habíamos estudiado, dónde trabajábamos, etc. etc. La platica normal de cuando conoces a alguien. Unos 30 minutos después se voltea Carolina y me dice: “¡Qué bien hablas español!”. Entonces me ataqué de la risa… “si nomás llevo 25 años practicándolo” le dije.
Para todo hay una buena explicación. Resulta que Karen tiene un sobrino Australiano, así que cuando Caro oye que me decían sobrino, inmediatamente asumió que yo era el australiano. Del incidente saqué dos cosas muy buenas, ya que hasta la fecha me río mucho cuando cuento la anécdota, y por el otro lado hice una nueva amiga.